Un rico universo particular. No por encontrarle explicación a tanto acierto, si no por darles una idea aproximada de lo que aconteció en el concierto de la Maria Schneider Orchestra, la palabra debe ser riqueza. Riqueza de texturas y ambientes, con una progresión incansable de fragmentos a dúo, trío, cuarteto…., crescendos magistrales y, esta vez sí, un sonido rayando lo perfecto en el Palau de la Música. Todo anduvo de la mano para conformar una actuación sin fisuras, que sirvió también como inauguración oficial de esta nueva edición del certamen barcelonés. Maria Schneider, asidua al mismo desde 2003, recibió antes de empezar la Medalla de Oro del Festival, en su cuarta edición. Todo un reconocimiento que sella la persistente historia de amor entre la capital catalana y la compositora de Minnesota.
Multitud de detalles surgieron de tan avanzado grupo de músicos. Según los más acérrimos, el de mejor nivel que ha presentado nunca Schneider. Puestos en harina, lo más palpable a primera vista fue el profundo respeto de los arreglos hacia los solistas. Algo que las grandes orquestas de Jazz no siempre tienen en cuenta. Para Schneider, el protagonismo de sus músicos es vital y, por eso en este grupo, todos los solos, absolutamente todos, tienen un respeto máximo. Desde la batería, un primor llamado Clarence Penn, hasta lo más grueso del metal se mantiene en un plano menor, para sacralizar ese momento. Luego, lo demás fue mezcla, una mezcla aliñada desde unos crescendos de cariz sinfónico que dieron vida a toda la velada aunque, en ciertos momentos, parecieran perder fuerza. Mientras, la atrevida pulsación de Ben Monder a la guitarra se integraba perfectamente en el grupo, incluso el acordeonista Gary Versace, que parecía estar ahí simplemente para “Lembrança”, la pieza de cariz brasileño que se estrenaba, estuvo integrado perfectamente toda la noche.
El recital de solos había empezado con el de Scott Robinson al barítono, uno de los veteranos que ya dejó bien claro cuan prolífica iba a ser la noche en ese sentido. La pieza “Thompson Fields” que contó con un solo amarado de matices y nuevos episodios de crescendo del trombonista George Flynn, puso el concierto en su recta final. Flynn manejó el instrumento hasta darle trazas de “silbido”, en un alarde técnico de gran empaque. La última pieza, “Hang Gliding” del premiado disco “Concert in The Garden”, nos permitió la escucha de un musculoso solo del tenorista Donny McCaslin, quizás el instrumentista con mejor caché de la orquesta, junto con Steve Wilson. Este último nos reservó para el bis otro brillante solo al saxo soprano. La pieza escogida fue Sky Blue del disco del mismo nombre, el más reciente de la “mejor orquestra de jazz contemporáneo”.
2 comentaris:
Jo també vaig fer una petita ressenya del concert, i tinc un blog que la intenció és fer el mateix que el vostre, però no hi ha massa temps. Us acabo de descobrir, us seguiré!
http://petitstresorsdelmon.blogspot.com.es/2011/10/maria-schneider-paisatgista-musical.html
Hola Carla, gràcies per la visita. Estic d'acord: no hi ha gaire temps. Sempre que podem publiquem coses.
També et seguirem.
Bon Jazz i bones Fotos!
Fins aviat.
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