divendres, 12 de novembre del 2010

PETER BRÖTZMANN CHICAGO TENTET + 1 (Sala Luz de Gas, Barcelona, 7-11-2010)


Peter Brötzmann, saxos alto y tenor, clarinete
Joe McPhee, pocket trumpet
Ken Vandermark, saxo barítono, clarinete
Mats Gustafsson, saxo barítono
Per-Ake Holmlander, tuba y cimbasso
Johannes Bauer, trombón
Jeb Bishop, trombón
Fred Lonberg-Holm, violoncelo y electrónica
Kent Kessler, contrabajo
Michael Zerang, batería
Paal Nilssen-Love, batería

El Chicago Tentet +1 en plena "erupción" (Imma Casanellas)


Volcán en erupción. En el estreno del ciclo “Saxologies”, de este 42º Festival de Jazz de Barcelona, el sonido llevado al límite y la improvisación de corte free-avantgarde han desembarcado de una manera vigorosa, empobreciendo cualquier otra idea musical, en algunos kilometros a la redonda.

El saxofonista alemán Peter Brötzmann reúne una larga lista de músicos excepcionales en su Tentet. Sólo con la presencia de Ken Vandermark ya habría motivo suficiente para no perdérselo, pero con Joe McPhee, heredero de Don Cherry, el trombonista Johannes Bauer y la presencia de dos baterías, con el “atomic” Paal Nilssen-Love de invitado (+1), la cosa se convierte en puro culto para los amantes del “free” más descarnado.

En un concierto prácticamente acústico (sólo se amplificaron cel·lo, contrabajo y tuba, además de algunos solos concretos) la sucesión de sensaciones sonoras, la mayor parte de un volumen extraordinario, y la excelente participación de los 11 artistas se tradujo en una catarata de enervantes propuestas. Las más interesantes fueron los dúos entre trombones o saxos con la batería, aunque lo más sobresaliente fue el altísimo nivel técnico que demostraron todos, empezando por el líder, quien rozando siempre la octava más alta, produce un sonido cristalino y sin fisuras.
Ken Vandermark (izquierda) y Peter Brötzmann (Imma Casanellas)
Otro de los atractivos fue ver la cronometrada distribución en el escenario, así como los movimientos de los músicos, en función de los diversos pasajes. El concierto constó de dos piezas de unos 30 min. cada una. Además, hay que destacar el componente teatral de estos movimientos, acompañados de enérgicos gestos de complicidad.

Por lo demás, nos llevamos la sensación de no haber podido atender a todas las propuestas que se nos mandaban desde el escenario. “Quiero volver a oirlo todo”, eso fue lo que nos pasó por la cabeza a la hora de irnos. Muchas cosas habían pasado como una exhalación.