diumenge, 7 d’agost del 2011

GET THE BLESSING (Barcelona, 5/8/2011)

Get The Blessing (Jamboree Jazz Club, Barcelona, 5/8/2011)


Aire fresco en la apuesta británica del Mas & Mas Festival la pasada noche en la sala Jamboree. Con Get The Blessing, grupo vinculado de una u otra forma con la banda de trip-hop Portishead, tuvimos una noche llena de buenos momentos gracias a la imaginativa atmósfera que ofrece esta variante del pop-rock. El grupo, que se reunió especialmente para esta actuación antes de emprender gira con Portishead, había despertado cierta expectación a raíz del importante éxito que ha alcanzado en Inglaterra. Sin duda, todo un logro para el Festival, según comentaba Pierre Bechet, director artístico.

Peter Judge (Jamboree Jazz Club, Barcelona, 5/8/2011)

La propuesta pasó de buena a excelente cuando los dos solistas, Pete Judge a la trompeta y Jake McMurchie al tenor, mostraron su buen gusto con los pedales. Tratados con mesura, su uso tuvo siempre mucho sentido. Modificadores aparte, la rítmica no tuvo desperdicio. Los Portishead se mostraron matemáticos en su oasis Trip-hop, y en su constante vagar por universos hipnóticos y “crescendos” de bella factura. Más allá de alardes técnicos de los que no presumieron en ningún momento, Jim Barr al bajo y Clive Dreamer a la batería destacaron por su beat onírico y, por momentos, puramente sedante. Algo refrescante iba ocurriendo mientras los vientos (trompeta y saxo) salían de pesca entre tanta tranquilidad y precisión, un de las señas de identidad del grupo. La otra seña proviene, según los propios músicos, de la herencia de Ornette Coleman. Y, visto y oído, no les falta razón, pues al veterano multiinstrumentista siempre se le ha catalogado en el ámbito del free-jazz, pero sus composiciones conservan un alto grado de compromiso con el blues y la música tradicional. Algo que también sucede en los conciertos de Get The Blessing (nombre que hace honor a The Blessing una de las piezas de Coleman) cuando al ensombrecido discursos trip le aparecen esos solos modificados llenos de disonancias al más puro estilo ornettiano.

Un poco de funk y composiciones estilo “banda sonora”, junto con un cierto aire de la psicodelia británica de los 70, fueron el alimento con el que se nutrió el repertorio, y con el que los asistentes al segundo set de la noche se mostraron absolutamente rendidos.

Aunque no vamos a caer en encumbramientos excesivos con esta banda, sí que podemos decir que si el Jazz puede evolucionar hacia otras esferas, ésta puede ser una de ellas. No están descubriendo nada con la electrónica, pero sí que resulta muy buena cosa que músicos de pop-rock tan significativos emprendan estas aventuras tan edificantes. Seguiremos atentos.